Facultad de Derecho

14 de julio de 2016

Del Reino Unido para Colombia

Cerraba la columna pasada preguntando -a una semana del Brexit- si podríamos aprender algo de ese proceso. Primero, destacar la forma análoga como la sociedad británica tomó partido a favor de permanecer o salir de la Unión Europea -al igual que la mayoría de la colombiana con el proceso de paz-, se formó opinión y tomó partido con escaso esfuerzo por informarse y reflexionar.

Cerraba la columna pasada preguntando -a una semana del Brexit- si podríamos aprender algo de ese proceso. Primero, destacar la forma análoga como la sociedad británica tomó partido a favor de permanecer o salir de la Unión Europea -al igual que la mayoría de la colombiana con el proceso de paz-, se formó opinión y tomó partido con escaso esfuerzo por informarse y reflexionar. En el Reino Unido, un día después de decidir a favor del Brexit, lo más buscado en Google fueron temas relacionados con la Unión Europea y destaca -véanse los datos de npr.org- las búsquedas que preguntaban qué es la Unión Europea.

En Colombia, de forma inédita, se inició un proceso con una agenda definida de seis puntos: política de desarrollo agrario integral; participación política; fin del conflicto; solución al problema de las drogas ilícitas; víctimas e implementación, verificación y refrendación. De ellos cinco han sido evacuados, y muchos menos de los que deberían -incluidos los que forman opinión- han analizado los comunicados, informes conjuntos y los cinco borradores de acuerdo (mesadeconversaciones.com.co). No obstante, una inmensa mayoría, con una ligereza parecida a la del Reino Unido, ya tomó partido en contra de una paz que “supuestamente” se negocia a espaldas de los colombianos y que no cumple estándares internacionales.

Hoy el mundo y los colombianos preguntamos ¿cómo se pudo dividir un Reino como la Gran Bretaña, y triunfar por escaso margen la opción de una presunta independencia nunca perdida en el marco de UE? Hoy los británicos y el mundo se preguntan cómo se polarizó la sociedad colombiana que está negociando una paz a la que nadie se opone, pero que nos divide porque para unos se negoció impunidad, participación política y reparación con cargo al fisco.

La respuesta a los interrogantes anteriores es conocida por todos, no obstante, como hinchas fanáticos, adherimos a nuestras simpatías políticas y no reflexionamos sobre los derechos y el futuro que está en juego. La irresponsabilidad política no tiene límites, solo atiende los intereses personales y los del grupo partidista: la mentira y el miedo son herramientas al servicio de estos.

Aquí cuestionamos el largo y planificado desafío de Cameron a la multilateralidad europea, que para contrarrestar el avance de los nacionalistas amenazó al presidente de la Comisión Europea, exigió cuotas de inmigrantes de la Unión, desconoció el aporte neto de estos al Reino que fue de 20.000 millones de euros entre 2002 y 2011, y convirtió en disputa con Bruselas un ajuste técnico marginal a los presupuestos europeos. Ya había arrinconado la alternativa para el Mediterráneo, y daba aviso de la expulsión de los inmigrantes comunitarios que no lograran empleo en seis meses y, además, quería quitarse de encima el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. El chantaje lo propuso en su campaña de 2013, anunciando un referendo sobre su permanencia en la Unión, logrando dos años después limitar -temporalmente- los beneficios sociales para trabajadores europeos en el Reino Unido. Desde ese momento, sin reconocer que mintió y que exacerbo el miedo a la migración, apostaba a favor de la permanencia en la UE.

Hipotecó el futuro y las oportunidades de los británicos de vivir y trabajar en 27 países. Por eso  escoceses, norirlandeses e incluso galeses quieren separarse de Inglaterra. Mucho que aprender de esta experiencia británica. ¿Nuestros hijos y los hijos de ellos merecen crecer y nacer en una Colombia en paz?

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