Facultad de Derecho

19 de mayo de 2016

Desembrollemos la negociación de paz

Hace tres años y medio el Gobierno y las Farc instalaron la Mesa de Conversaciones para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera en Colombia, y aunque muchos entiendan -con mala intención o sin esta- que el proceso iniciado en noviembre de 2012 es demasiado largo y carente de resultados, los avances logrados en las negociaciones con la guerrilla son históricos y decisivos para finalizar una guerra que supera el medio siglo.

Hace tres años y medio el Gobierno y las Farc instalaron la Mesa de Conversaciones para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera en Colombia, y aunque muchos entiendan -con mala intención o sin esta- que el proceso iniciado en noviembre de 2012 es demasiado largo y carente de resultados, los avances logrados en las negociaciones con la guerrilla son históricos y decisivos para finalizar una guerra que supera el medio siglo.

De forma inédita, se inició un proceso de negociación con una agenda definida de seis puntos: política de desarrollo agrario integral; participación política; fin del conflicto; solución al problema de las drogas ilícitas; víctimas e implementación, verificación y refrendación. De estos seis puntos cuatro ya han sido evacuados, y pese a las discusiones adelantadas en lo relativo al fin del conflicto e implementación, verificación y refrendación, se están entrampando en estos.

Al seguir el proceso, comunicados, declaraciones de los negociadores, y con quienes estos se reúnen, no es difícil inferir que las Farc tienen miedo y desconfianza, y estos sentires afectan los puntos 3 y 6 de la agenda. El fin del conflicto implica que su protección no dependa de las armas que portan sino de la seguridad que les brinde el Estado, y la implementación, verificación y refrendación, de que esta sea a través de un instrumento jurídico de difícil revisión.

En el derecho internacional podemos encontrar dos posibilidades complementarias que permitan desentrabar lo relativo al fin del conflicto, en particular los puntos del Acuerdo General: 3.1 cese al fuego definitivo, 3.2 dejación de armas con reincorporación de combatientes y 3.6 garantías de seguridad. Nos referimos a la Operación de Paz de Naciones Unidas que después del Acuerdo Final velará por este y hará el seguimiento respectivo, y a nuestra propuesta de un Tratado Internacional entre Colombia y los países garantes Noruega y Cuba, que brindarían acompañamiento internacional con seguimiento, verificación y mecanismo de resolución de diferencias, asuntos previstos en el Acuerdo General, puntos 6.2 y 6.1 b y c, respectivamente.

Explicábamos el 26.11.15 que las operaciones de paz, caracterizadas por una vasta práctica de 67 años, con 70 operaciones sobre el terreno, 16 de ellas vigentes, están fundadas en el consentimiento que en nuestro caso deben expresar las dos partes de la Mesa de Conversaciones, y que no se trata de una cesión de competencias a la ONU sino de una negociación con esta, y que puede implicar mucho más que una simple observación como se ha mencionado. A nuestro juicio debería tratarse de una operación con fuerzas de interposición (cascos azules) que brinden cinturones de seguridad a los guerrilleros en las zonas de concentración, verificando el cese al fuego definitivo y la dejación de armas.

Por su parte, un tratado internacional entre Colombia y los países garantes que tenga por objeto verificar y constatar que el modelo restaurativo de justicia transicional, que se aplicará en Colombia, brindará la oportunidad real de reintegrar a la víctima y al victimario a la sociedad, respetando el Acuerdo sobre las víctimas, dotaría al posconflicto del acompañamiento, seguimiento y verificación necesarios, con un mecanismo imparcial de diferencias.

De esto hablamos el pasado 6 de mayo en Pereira en el marco de la clausura del Congreso Internacional de Fasecolda.

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