Facultad de Derecho

10 de febrero de 2020

Game over

Por: Eric Tremolada Álvarez

Estamos a ocho días de que se oficialice la retirada del Reino Unido de la Unión Europea. La Cámara de los Comunes -antes del receso navideño- ya había aprobado, en primera lectura, el acuerdo de retirada, y ya en este año, con 330 votos a favor y 231 en contra, aprobó definitivamente la salida.

Así, la nueva mayoría conservadora que logró Boris Johnson el 12 de diciembre pasado, acabó con las posibilidades que tenía el debate político respecto de un brexit duro o blando.

Desde el primero de febrero y hasta el 31 de diciembre del año en curso, se recorrerá el período de transición, lapso en el que lo único relevante entre los divorciados será la negociación de su relación futura, toda vez que dicha transición, de acuerdo con el querer de Johnson y su mayoría, no podrá ser prorrogada.

Pero en este divorcio no solo se expresa el querer del Reino Unido, la Unión Europea, a través de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen (hace unos días), dejó claro en medio de su visita oficial a Londres, que la relación entre ambos si bien es inquebrantable, “no será la misma que antes y no puede y no será tan cercana” toda vez que con “cada elección viene una consecuencia”, recordándole a los británicos que si bien renunciaron a la Unión Europea a cambio de su pretendida soberanía económica.

“Sin la libertad de movimiento de personas, no puedes tener libertad de movimiento de capital, bienes y servicios. Sin reglas del juego equiparables en materia medioambiental, laboral, fiscal o de ayudas estatales, no puedes pretender el acceso de mayor calidad al mercado interior más grande del mundo”, dijo.

No obstante, la presidenta de la Comisión, pensando en la relación futura, aseguró: “estamos preparados para diseñar una nueva relación en la que no existan aranceles, cuotas ni desventajas competitivas. Una relación que vaya más allá del ámbito comercial y cuyo alcance no tenga precedentes”.

Sin embargo, pensando en la imposibilidad de la prórroga que pretenden los conservadores británicos, precisó que “cuanto mayor divergencia haya en nuestras posturas, más distante será nuestra relación. Y sin una extensión del período de transición más allá de 2020, no podemos esperar que exista un acuerdo en cada aspecto de esa nueva relación”.

2020 será un año más complejo, aunque políticamente menos tenso entre el Reino Unido y la Unión Europea, toda vez que ahora se trata de definir el grado de vinculación que regirá el futuro entre Londres y Bruselas que, como bien señaló la representante de la UE, no solo no será el mismo que antes, sino que no puede ser tan cercano.

Haciendo mías las palabras de Von der Leyen, cuando se dio la génesis de la hoy Unión Europea, el Reino Unido eligió estar fuera, pero con el tiempo ocupó su lugar dentro de esta, haciendo a los dos mucho más fuertes y si bien la relación no siempre fue fluida y perfecta cabe preguntarse ¿qué relación lo es? Aspirar ahora divorciados a una relación futura mejor, es una fantasía imaginaria e irrealizable en la que solo pueden creer los euroescépticos.

Adenda: A propósito de Europa, un circuito terrestre por este continente fue el regalo de cierre del año que nos dimos en familia, no obstante, la riqueza cultural y arquitectónica de las ciudades visitadas fue empañada por el incumplimiento sistemático de “Viajes Fala…fea”, antes, durante y después del mismo.

 

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