Facultad de Derecho

12 de febrero de 2018

UE y México = contrapeso a EE.UU.

Un nuevo acuerdo comercial Unión Europea-México está por cristalizarse. Con negociaciones de bajo perfil -a diferencia de lo que sucede con la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, Tlcan- ambas partes están dándole una “Trum…pada” a Washington

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Un nuevo acuerdo comercial Unión Europea-México está por cristalizarse. Con negociaciones de bajo perfil -a diferencia de lo que sucede con la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, Tlcan- ambas partes están dándole una “Trum…pada” a Washington, que no entiende que se puede seguir apostando por el libre comercio adaptándose a los nuevos vientos de la economía, sin dejar de beneficiarse.

Si se cierra la sensible negociación agrícola, veremos nacer, antes de finalizar el primer trimestre de 2018, este nuevo acuerdo. De 1999 a 2015 las exportaciones mexicanas a la UE presentaron un incremento de 233%, mientras las exportaciones de la UE a México aumentaron en un 236%. Con un bajón de 10,5% en 2015, las exportaciones del país latinoamericano a la UE en los 10 primeros meses de 2017, no solo siguieron creciendo, sino que lo hicieron a doble dígito en comparación con el mismo período de 2016.

El Acuerdo Comercial vigente desde 2000, centrado en facilitar el comercio, ha retirado o rebajado aranceles y simplificado trámites aduaneros y ha contribuido al desarrollo del sector automotor y su complementariedad con la todopoderosa industria automovilística alemana. De ahí que México tenga un sector automotor que ocupa la séptima posición en el mundo.

Con esta renegociación, sin renunciar a la apuesta por su sector agrícola que ha consolidado en los principales países europeos, en especial con tomate y aguacate de altísima aceptación, México reforzará su acceso al mercado más grande y diverso del mundo en el que se compite con valor agregado. La UE -a diferencia de EE.UU.- sigue apostando por profundizar lazos comerciales con potencias y países emergentes. El Acuerdo Económico y Comercial Global, Aecg, con Canadá, se encuentra en proceso de ratificación en sus países miembros, acaba de cerrar con Japón y está por hacerlo con México, no obstante, Mercosur sigue siendo esquivo.

Desde 2016 y sobre todo en 2017, en un claro contrapeso a Trump, la UE quiso cerrar todos los acuerdos de libre comercio que tenía aplazados, entre ellos el de Mercosur que se viene frustrando por casi dos décadas. Sin embargo, la Política Agrícola Común, PAC, y la política interna francesa son un obstáculo. Por un lado, Francia, Irlanda y Polonia quieren limitar la cuota de exportaciones suramericanas de carne de vacuno a 70.000 toneladas al año y fijar una serie de estándares sanitarios y ambientales muy altos y, por el otro, Emmanuel Macron quiere poner un freno a los excesos de la globalización.

Desde este lado del Atlántico no solo les preocupa el asunto de la carne, la cuota de etanol que exportaría Brasil sin aranceles a Europa no los satisface, temen que la liberalización de bienes industriales amenace su industria protegida y poco competitiva y, además, Mercosur no quiere ceder en acceso a los servicios y a las contrataciones públicas. Así, y con los capítulos de propiedad intelectual, denominaciones geográficas y el papel de la sociedad civil en veremos, se avanza lentamente.

Los dos bloques en 19 años han aprendido que este esquivo acuerdo depende de las variables “decisión política” y “tiempo”. Hoy la primera viene consolidándose, pero la segunda -que paralizará las negociaciones y afectaría la decisión política- son las próximas elecciones de Brasil y Paraguay.

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